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Energía solar desde el espacio

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Energia solar espacialLa energía solar espacial se basa en un concepto en teoría sencillo: instalar a unos 35.000 km de Altuna unos paneles solares en órbita geoestacionaria para que transmitan mediante microondas o láser la energía lograda a una estación en tierra, y luego distribuirla a la red. La idea ya se planteó en los años 70 del siglo XX, pero sus elevados costes la hicieron inviable. En la actualidad, la búsqueda de nuevas y limpias energías, ante el próximo final del petróleo, y el avance de la tecnología, vuelven a hacerla interesante.

 Las ventajas de obtener energía solar desde el espacio invitan a tenerla de nuevo en consideración: se dispone de luz prácticamente las veinticuatro horas del día, sin el obstáculo de las nubes o el mal tiempo, y con capacidad de obtener ocho veces más energía que los paneles solares terrestres. Según un estudio del Instituto de Investigación en Energía de EE.UU., un km2 de paneles solares en órbita recibiría en un año más energía que todas las reservas de petróleo conocidas.
Asimismo, sus defensores afirman que, al igual que la energía solar terrestre, se trata de una fuente limpia e inagotable, y en este caso, también flexible y segura, ya que no harían falta complejas redes eléctricas intercontinentales y los apagones serían prácticamente nulos, incluso en condiciones extremas.
Por ello, varias iniciativas quieren demostrar que se trata de una idea viable que sólo necesita más apoyos. En Estados Unidos, la asociación para el desarrollo de este tipo de energía transmitía recientemente energía vía microondas entre las islas de Maui y Hawai, distanciadas por 148 kilómetros. Su presidente, John C. Mankins, espera con esta demostración convencer a posibles inversores que sufraguen los casi 5.000 millones de euros necesarios para poner en órbita una planta piloto de entre cinco y diez megavatios (MW) para 2018.
 
Por su parte, la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA) dispone de un proyecto, con un presupuesto de unos cuatro millones de euros, en el que baraja 23 propuestas diferentes de sistemas para establecer su viabilidad económica. En el sector privado, la empresa californiana Space Island quiere probar en la India sus satélites solares. Asimismo, la Estación Espacial Internacional (ISS), cuya fecha de finalización está prevista para 2010, podría utilizarse para probar por primera vez este sistema.
Además de EE.UU., otros países se muestran también interesados. En Japón, su Agencia de Exploración Aerospacial, la JAXA, y el Instituto Universitario de Ingeniería Láser de Osaka quieren contar para 2030 con un sistema de colectores gigantes de energía solar en órbita capaz de producir energía suficiente para medio millón de hogares. Por el momento están probando el sistema de transmisión de la energía por microondas en el parque aerospacial de Hokkaido. Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) lleva años estudiando este sistema, colaborando también con Japón. En 2004 comenzó un estudio de viabilidad sobre las posibles tecnologías.
El año pasado, un consorcio formado por el Departamento de Defensa de EE.UU. y un grupo de empresas suizoalemanas informaba de un proyecto para probar un sistema de energía solar en las islas Palau, en el Océano Pacífico. Su objetivo era poner en órbita para 2012 unos paneles de un MW, capaces de abastecer de energía a unos 1.000 hogares. Según sus responsables, el proyecto podría costar unos 625 millones de euros.
El científico de la NASA Peter Glaser sugirió por primera vez, en 1968, el concepto actual de energía solar desde el espacio. En la década de los setenta, en plena crisis del petróleo, el Departamento de Energía de EE.UU. (DOE) y la NASA planearon llevarlo a la realidad a gran escala. Tras estimar su elevado coste - un sistema que generase cinco gigavatios (GW) útiles costaría unos 210 mil millones de euros- y observar que el petróleo volvía a bajar de precio, abandonaron la idea.

Sin embargo, el avance de la tecnología ha mejorado sus posibilidades. En 1999, un programa sobre energía solar espacial de la NASA, el SERT, concluía que ya no es inviable como hace un par de décadas, y que se trata de una opción interesante desde el punto de vista energético y medioambiental. En la actualidad, los estudios de viabilidad creen que los costes de este sistema rondarían entre los 46 y 61 céntimos de euro por kilovatio hora (kWh) útil, frente a los cuatro-cinco kWh de los sistemas de generación convencionales, pero consideran que en una o dos décadas el desarrollo tecnológico permitirá situarlos entre los siete y diez kWh.
En este sentido, sus defensores consideran que para ser competitivos deben concentrarse en los siguientes elementos:
• Componentes fotovoltaicos y electrónicos de alto rendimiento a altas temperaturas: las células solares son cada vez más finas, flexibles, ligeras y eficientes, lo que puede contribuir a su utilización no sólo en tierra, sino también en el espacio. También se propone el uso de sistemas concentradores que enfoquen la luz en pequeñas células de alta eficiencia.
• Sistemas de transmisión de la energía precisos y seguros: se requieren más estudios para lograr haces de microondas que no causen daños o que no interfieran sistemas de comunicaciones a su paso, a la vez que suficientemente potentes y exactos para optimizar su aprovechamiento energético y reducir las pérdidas. Por ello, para las estaciones de tierra se proponen lugares desérticos o alejados de núcleos urbanos. En cuanto a la trasmisión por láser, su dificultad añadida es un tratado entre EE.UU. y la antigua URSS que impide la utilización de láseres de alta energía en el espacio.
• Arquitecturas y lanzaderas espaciales de bajo coste: se estima que para ser viable, el coste de poner en órbita geoestacionaria un kilo de carga debería costar 600-700 euros; hoy en día se necesitan unos 14.000 euros. En este sentido, sus defensores subrayan que apoyando a la energía solar espacial también se contribuye al desarrollo de los lanzamientos espaciales.
Tras varias décadas de estudios, los expertos en esta tecnología han diseñado una gran variedad de sistemas. Por ejemplo, se han propuesto satélites con formas y tamaños muy diversos, con nombres como "Torre Solar", "Disco Solar", "Torre de Velas", o "Satélite Sándwich".
Por otra parte, sus defensores argumentan que la energía solar espacial ofrece más posibilidades. Estos satélites podrían también enviar energía a naves y todo tipo de artefactos espaciales o incluso a futuras bases lunares.
Algunos expertos proponen asimismo la construcción de sistemas de energía solar espacial a pequeña escala, para su uso en situaciones muy puntuales, como zonas aisladas por desastres naturales. De esta manera, razonan, se requeriría un menor presupuesto y se sentarían las bases para prototipos mayores
Fuente: ALEX FERNÁNDEZ MUERZA

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