Científicos norteamericanos han ideado un sistema para que los soldados puedan ver en la oscuridad y los ciegos percibir objetos. El sistema consiste en un interfaz de 144 microelectrodos que se sitúa en la lengua. Capta información de sensores externos y aprovecha la sensibilidad de los conductos nerviosos de la lengua para transmitir esa información al cerebro, que las decodifica aportando información similar a la visual. De esta forma, es posible percibir objetos de la misma forma que lo hacen los murciélagos. El sistema ha sido desarrollado para ofrecer capacidades de sónar a los buceadores del ejército de los Estados Unidos, pero ha sido probado también con ciegos, que han podido de esta forma encontrar puertas o localizar a personas de su entorno.
Los soldados del futuro no serán más fuertes ni más ágiles, sino que tendrán la capacidad de aprovechar la fuente de percepción de sus lenguas, un órgano altamente sensitivo y con el que se podrá “ver”. Al menos eso es lo que intenta un equipo de investigadores del Institute for Human and Machina Cognition de Florida, liderados por el científico Anil Raj.
La lengua es un órgano con mucha sensibilidad, y por eso podría aprovecharse para hacer llegar hasta el cerebro señales sensoriales, que serían recogidas por cámaras, sonares u otros equipos de detección, y luego enviadas a la lengua a través de electrodos, permitiendo por ejemplo ser empleadas para detectar objetos a distancia, de la misma forma que lo hace un murciélago.
El cerebro “traduciría” las señales que llegan a la lengua, lo que otorgaría a los hombres habilidades que hasta ahora no hemos desarrollado: ver en un ángulo de 360º, en la más absoluta oscuridad e, incluso, ofrecer capacidades de sónar a los buceadores debajo del agua, serían algunas de las capacidades que los soldados ganarían de manera artificial.
Cómo funciona el Brain Port
El sistema que puede obrar este prodigio tecnológico fue bautizado como Brain Port (puerto cerebral), y comenzó a crearse hace 30 años. En esa época, un neurocientífico llamado Paul Bach-y-Rita, de la universidad de Wisconsin, comenzó a dirigir imágenes desde una cámara hacia el cerebro humano, a través de electrodos pegados a la espalda de algunos voluntarios. Poco después, descubrió que la lengua era un receptor especialmente sensible a estos tipos de señales.
Brain Port posee una fina tira de plástico rojo que se pega a la lengua. En total cuenta con 144 microelectrodos que transmiten información a las fibras nerviosas del cerebro. Los buzos o soldados procesarían dicha información a través de sus lenguas, en lugar de utilizar los clásicos sensores portátiles, lo que permitiría dejar libres el resto de los sentidos, que podrían así usarse para otros menesteres.
De hecho, esa es la finalidad del artefacto: que los militares y los marines tengan sus manos y ojos libres cuando investiguen una zona, sobre todo bajo el agua o en la oscuridad, de manera que tengan más posibilidades de detectar cualquier peligro emergente, como bombas o minas.
En pruebas realizadas, se ha descubierto que el artefacto podría ayudar no sólo a soldados de élite, sino también a personas ciegas, puesto que voluntarios con esta minusvalía fueron capaces de encontrar las puertas, notar que alguien caminaba delante de ellos e incluso recoger pelotas gracias a las señales que les facilitaba la máquina, según sus inventores.
Visión en el agua
Se han hecho, además, pruebas en el interior de piscinas. En ellas, se comprobó que los voluntarios podían, utilizando el Brain Port, distinguir las siluetas de los objetos que se les aparecían.
El experimento supuso “ver” con la lengua, a la que llegaban señales electrónicas de coordenadas de ubicación y de profundidad a través de los sensores. Las aplicaciones del artefacto bajo el agua facilitarían las investigaciones de crímenes en escenas subacuáticas, por ejemplo. Ya en tierra, los soldados podrían, entre otras cosas, dejar de llevar las pesadas gafas de visión nocturna cuando se encuentren en entornos oscuros.
Los investigadores señalan que el siguiente paso sería intentar reducir el tamaño de los sonares o sondas de ultrasonido, que ahora mismo son más o menos como una caja de zapatos, para que puedan ser colocados directamente en los cascos de los militares.
Así, los buzos o soldados podrían girar la cabeza con libertad, mientras mantienen libres sus manos y mientras el sonar que llevan en el casco va emitiéndoles señales que llegan a sus lenguas, con la información que necesitan.
Fuente: Yaiza Martinez, ww.tendencias21.net