Jugador de póquer que no cree en la suerte ni la superstición; racionalista y religioso al mismo tiempo; vegetariano convencido; canadiense de origen rumano, y de sonrisa casi perpetua. Éstas son algunas de las características del profesional que más ha ganado en la historia del póquer: Daniel Negreanu. .

Se estima que la fortuna de Negreanu puede estar entorno a unos 50 millones de dólares, cerca de 30 de ellos procedentes de sus logros en torneos de póquer en vivo, lo cual no está nada mal para el hijo de unos emigrantes rumanos que viajaron a Canadá con la esperanza de poder dar una mejor vida a su familia. Probablemente, visto el resultado, los señores Negreanu estarán muy satisfechos con los éxitos de su vástago pero los inicios no fueron fáciles. Tras abandonar el instituto, empezó a jugar a billar y a póquer pero si bien conseguía ganar en su Toronto natal, cuando daba el paso a la competición en Las Vegas tenía que volver a casa después de perder lo ganado.

La solución a este ciclo de malas rachas llegó de la mano de la lógica y el trabajo. Negreanu siempre ha sido un gran aficionado de los números y la probabilidad, lo que unido a su alto nivel de competitividad y a muchas horas de práctica, han servido para construir una carrera sólida durante la que ha conseguido seis brazaletes (títulos) de las Series Mundiales de Póquer, la máxima competición del mundo. Por utilizar una analogía más común: si hablásemos de tenis sería como haber ganado seis títulos de Grand Slam.

En la última década Negreanu se ha convertido en una auténtica institución en el mundo del póquer. Su éxito y fortuna han crecido en paralelo a la popularidad del juego de naipes, gracias en gran medida al ascenso del póquer online, al que ha sabido adaptarse sin problemas. 

Su trabajo y sus éxitos en las mesas le han convertido en un referente del póquer moderno de los últimos 15 años pero el empujón definitivo, el que le valió para superar en ganancias al mago y jugador de póquer profesional Antonio Esfandiari, fue la segunda posición en un torneo exclusivo que se celebró el pasado mes de junio como parte de las Series Mundiales. El “Big One for One Drop” le reportó un premio de más de 8 millones de dólares, suficiente para ponerse por delante de Esfandiari y ser, al menos de momento, el jugador que más ha ganado en torneos de póquer en vivo.

Pese al éxito de Negreanu, el canadiense no responde al tópico del vividor que a menudo se relaciona con el mundo del póquer –en la mayoría de casos de manera injusta- sino que su vida está muy organizada y se basa en la salud física y mental; la época de las fiestas y el desmadre en Las Vegas forman parte del pasado.

Negreanu dio un gran cambio a su vida hace unos años, de manera que se ha hecho casi tan conocido por su estilo de vida como por su trabajo en las mesas de póquer. Vegetariano convencido, viaja a los torneos con un lujoso tráiler en el que descansa entre partida y partida, y en el que guarda su propia comida: todo alimentación orgánica, nada de alimentos procesados.

Su asistente se encarga de llevarle zumos de vegetales mientras está compitiendo para que las vitaminas le den la energía necesaria para aguantar horas de concentración en las mesas, e incluso ha conseguido montar un pequeño huerto en su casa de Las Vegas.

En este vídeo Negreanu enseña su casa y se hace evidente que aunque ahora sea un geek millonario, sigue siendo un geek. Una caja exclusiva que le mandaron los productores de la serie de televisión Juego de Tronos o máquinas recreativas con tiradores de cerveza incorporados son algunas de las curiosidades del hogar de Negreanu, donde también hay lujos más tradicionales como altavoces en la piscina o un pequeño campo de minigolf diseñado por Nicklaus, la compañía del legendario jugador Jack Nicklaus, considerado por muchos como el mejor de la historia.

En cuanto a lo personal, Daniel Negreanu se casó en 2005 pero se divorció tras dos años de matrimonio y, tras varias relaciones, en la actualidad no se le conoce pareja a este “soltero de oro”. En una entrevista a Ask Men confesaba que su compra más “extravagante” había sido un Lexus SC 430 descapotable, lo cual no parece que sea un capricho tan extraño. Da la impresión de que Negreanu sigue siendo un chaval que juega al póquer y que, pese a que no lo es, parece de lo más normal.