Son, en definitiva, dos mujeres de referencia en sus respectivas profesiones, cuya unión potencia su sensibilidad individual para trazar nuevos caminos sin olvidar sus raíces. Ambas han crecido en el seno de familias que han hecho de su relación con la tierra su forma de vida, lo que hace que no hayan olvidado sus raíces, a pesar de su amplia experiencia internacional. Y desde esta mirada a su tierra se orientan hacia la reflexión vanguardista, para convertir el mundo local en universo global, porque tanto Ruscalleda, con el Maresme catalán, como Adell con el de Rioja, han sabido universalizar su terruño y convertirlo en referente sin fronteras.
Y si Adell y Ruscalleda comparten la seducción por la tierra y sus frutos, el respeto a las geografías y a los climas, la búsqueda de la esencia de las materias primas, es igualmente cierto que les une una sensibilidad muy personal, una armonía, equilibrio y sutileza que impregna todas sus ‘obras’, caracterizadas siempre por su esmerado cuidado en el detalle y la búsqueda constante de la excelencia en sus respectivos trabajos. Por todas estas razones, el proyecto de colaboración que ambas han iniciado, con los vinos de Alcorta como base para la experimentación, ha levantado gran interés entre los amantes de la alta restauración.
El proyecto, iniciado el pasado mes de abril, se materializará en la creación de una edición especial de Alcorta, firmada por Carme Ruscalleda que, según la enóloga Elena Adell, es “un vino tremendamente expresivo, muy aromático y en el que se perciben todos los aromas de una manera muy nítida, pero al llegar a la boca alcanzan un equilibrio total”. Este vino será también la base que Ruscalleda utilice en la elaboración de una gama de productos gourmet, de origen magistral y sabor único, en los que, según la propia cheff, “el vino mantendrá su carácter y valor, pero dialogando de forma totalmente estable con los demás elementos, como los frutos secos, verduras o frutas con total estabilidad”, y que estarán en el mercado a finales de este año.