La obra estuvo en el monasterio de Santa María La Real de Nájera, hasta que fue trasladada a la iglesia de la Santa Cruz de la misma localidad. En este templo fue donde tuvo lugar, en la Pascua de 1913, el robo del tríptico, que data del siglo XVI. En 1969, un español descubrió la pintura en poder del anticuario parisino Darío Boccara. Un ciudadano americano y el Gobierno belga se interesaron por su compra, aunque este último no logró el permiso del Gobierno de España, que también se interesó por la pieza. Tras varias negociaciones en las que intervino el descubridor de la pieza, el tríptico terminó en poder del banquero portugués Ricardo Espíritu Santo y, posteriormente de un coleccionista francés, quien la vendió al padre del actual propietario. El Ministerio de Cultura español, según afirmó el director general de Bellas Artes, Jose Jiménez, tenía intención de pujar por la tabla, dado que al tratarse de una tabla robada en 1913 y que había pasado por diversos propietarios, "ya no se puede recuperar por reclamación judicial o policial".