Son starchitects - arquitectos estrella-, firmas que jamás se dan por vencidas ante misiones imposibles. Pero la tarea de Norman Foster y Rem Koolhaas en el emirato de Abu Dabi, en el golfo Pérsico, es quizás la más difícil de todas: convencer a los escépticos de que la construcción, no de una sola, sino de dos ciudades medioambientalmente sostenibles en el desierto petrolero de los Emiratos Árabes Unidos no viene a ser una costosa operación de relaciones públicas. Ya hay quienes llegan al aeropuerto de Abu Dabi - en fase de ampliación que multiplicará por seis su capacidad hasta 50 millones de pasajeros- y se preguntan si los céspedes y jardines que crecen donde antes sólo había arena roja, gracias a sistemas de regadío con agua desalinizada, son señales de progreso o del delirio del emir Khalifa bin Zayed bin Sultan al Nahyan, cuya fortuna de petrodólares roza los 14.000 millones de euros.
Pero las dos ciudades "verdes" de Foster y Koolhaas - de cero emisiones de carbono y cero residuos- van mucho más allá. En estos momentos los Emiratos Árabes - con una población de sólo cuatro millones- superan a Estados Unidos en emisiones de carbono por persona, y existe un atasco permanente en la carretera entre Dubai y Abu Dabi.
Las dos nuevas ciudades verdes no ayudarán a resolver esto, dice Chandran Nair, del think tank asiático Global Institute for Tomorrow, que participó en una conferencia en Dubai sobre Masdar. "Estas ciudades se construyen a 30 kilómetros de Dubai y Abu Dabi y no creo que los emiratíes vayan a ir en tren", ironizó. En cuanto a la desalinización, "requiere enormes cantidades de energía; dudo que esto sea viable a escala más grande que Masdar", sentenció Nair.
Fuente: Andy Robinson, ww.lavanguardia.es