Su inventor, Chris Ebejer ha pensado en todo. Ha creado una alternativa más práctica que el termómetro para saber si los bebés tienen fiebre, y para evitar que los bebés, por su crecimiento y estirones, pierdan el pijama, ha confeccionado la prenda en un tejido de algodón que se estira y se ajusta perfectamente al cuerpo de los bebés hasta que tengan 2 años de edad.
El secreto del pijama está en los pigmentos sensibles al calor que se volverán de color blanco si la temperatura es alta. Pero no impedirá que tengamos que utilizar el termómetro de toda la vida para saber exactamente cuantos grados tiene de verdad.