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El calculador astronómico más antiguo de la historia: El mecanismo de Anticitera

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Algunos lo llaman el primer dispositivo de computación analógica, mientras que otros lo catalogan como el primer dispositivo de computación mecánica. Hace unos años, entre los restos de un naufragio en la isla griega de Anticitera, entre Citera y Creta, se descubrió un dispositivo muy peculiar. Se conoce como el Mecanismo de Anticitera y desde su descubrimiento ha despertado un gran interés en la comunidad científica. Se cree que data del siglo I a. C. y este mecanismo consiste en un complejo sistema de 32 ruedas y placas con inscripciones relativas a los signos del zodíaco y a los meses. De acuerdo a los estudios realizados, se cree que funcionaba mediante engranajes diferenciales, un dato sorprendente ya que esta tecnología aparantemente surgió en el siglo XVI.

El mecanismo de Anticitera es uno de los objetos más misteriosos de la historia de las civilizaciones. Conocido en la actualidad y estudiado con minuciosidad por la comunidad científica, fue descubierto en 1901, aunque en aquel momento no llegó a comprenderse el inmenso interés histórico y técnico que despertaría posteriormente este mecanismo. La propia idea de una "máquina" realizada en la Antigüedad grecorromana no entraba en el marco de trabajo conceptual de los especialistas de la época. Más adelante, las afirmaciones oscurantistas de personas ajenas al ámbito científico pretendieron conceder a los artefactos de Anticitera una naturaleza casi extraterrestre, hecho que no ayudaba a aclarar el debate.

anticitera

Ruedas dentadas afectadas por la corrosión
Los fragmentos de esta "máquina" no se analizaron con profundidad en un marco multidisciplinar hasta principios del siglo XXI. Estos trabajos han permitido comprender mejor la complejidad de este extraordinario mecanismo. En la actualidad, se admite que este "instrumento astronómico" data del siglo II antes de nuestra era (entre el año 150 y 100 aC, con una estimación reciente de mayor precisión de alrededor del año 87 antes de nuestra era). Originalmente se trataba de un "calculador" cuyos engranajes de bronce se encontraban en una caja de madera con unas dimensiones aproximadas de 33 cm x 18 cm, una caja cerrada mediante dos placas de bronce recubiertas de inscripciones.
Sólo quedan 82 fragmentos de esta "máquina", algunos minúsculos y todos ellos afectados por la corrosión. Actualmente se encuentran para siempre bien resguardados en el Museo Arqueológico de Atenas. Un estudio tomográfico (con escáner de rayos X) muy avanzado ha permitido revelar, en imágenes explotables científica y arqueológicamente, numerosos engranajes internos, invisibles a simple vista, ruedas dentadas y nuevas inscripciones ocultas bajo las concreciones. Apenas se ha podido descifrar una cuarta parte de las letras griegas arcaicas de este texto grabado en la "máquina"; no obstante, se considera que se trataba de un tipo de "instrucciones" de este calculador mecánico, que se cree también podrían indicar el movimiento de determinados planetas principales. Los engranajes se activaban mediante lo que se considera una manivela lateral, sin excluir la posible intervención de un sistema hidráulico adicional.

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Siguiendo la pista del gran Arquímedes...
Hoy en día se admite que esta máquina habría podido ser concebida en Rodas, donde vivía una comunidad de astrónomos, como Hiparco, y de "mecánicos", como Posidonio. Se perfila una nueva hipótesis, esta máquina mantiene posiblemente una estrecha relación con Siracusa, en Sicilia, la ciudad del célebre genio matemático Arquímedes, que era por aquel entonces una próspera colonia corintia. El mecanismo de Anticitera habría podido ser concebido antes de su naufragio en la isla cuyo nombre comparte el mecanismo.
Según el estado actual de los conocimientos y de acuerdo con las inscripciones que se han descifrado, el mecanismo de Anticitera podía indicar distintos ciclos solares y lunares, probablemente planetarios, relacionándolos con los calendarios civiles de un gran número de grandes ciudades griegas (Corinto, Delfos u Olimpia) e indicando las fechas de los distintos juegos de estas ciudades.
El estudio, muy reciente, del mecanismo de Anticitera está lejos de ver el final, pero ha reactivado un gran movimiento de reinterpretación y de reconfiguración de nuestros conocimientos en la Antigüedad. La realidad de los conocimientos mecánicos de estos sabios griegos es un fantástico campo de exploración. Incluso es posible que se encuentren indicios, en los textos o en los depósitos de los museos, de otras "máquinas" similares a la de Anticitera.

mecanismo anticitera

Engranajes mecánicos que expresan una visión matemática del cosmos
El mecanismo de Anticitera no era un reloj capaz de dar la hora, los griegos antiguos no concebían el tiempo como nosotros. Auténtico cosmógrafo (máquina para describir el cosmos) y más exactamente selenógrafo (máquina para describir los movimientos de la Luna) de gran precisión, el mecanismo de Anticitera podía indicar múltiples ciclos astronómicos, como el ciclo metónico (del astrónomo griego Metón; transcurre a lo largo de 19 años, es decir, 235 lunaciones) o el ciclo calípico (del astrónomo griego Calipo; transcurre a lo largo de 76 años, es decir, 940 lunaciones o cuatro ciclos metónicos), corrigiendo sus imprecisiones. El mecanismo de Anticitera también indicaba el ciclo de Saros (223 lunaciones a lo largo de algo más de 18 años) y el ciclo Exeligmos (equivalente a tres ciclos de Saros, es decir, 54 años) que servían sobre todo para predecir los eclipses.
El volumen de los datos astronómicos recopilados para crear un modelo matemático apto para sintetizar estos ciclos en engranajes mecánicos permite soñar sobre la capacidad conceptual de los sabios y mecánicos de la Antigüedad. Si se admite que un ordenador puede restituir a la salida una información distinta a la que se le ha proporcionado a la entrada, la "máquina" de Anticitera es el primer ordenador mecánico conocido de la historia de la humanidad. Se anticipa un milenio a los primeros relojes astronómicos realizados, a una escala diferente, en las grandes ciudades europeas de la Edad Media.

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Tras numerosos estudios y utilizando técnicas de tomografía axial computerizada (comunmente conocida como TAC), se postula que este dispositivo fue construido para calcular la posición de los cuerpos celestes. El investigador Michael Wright, del Imperial College de Londres, consiguió construir en el 2006 lo que él cree que es una réplica exacta de este dispositivo. Fuente: hublot.com
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