Para llevar a cabo este trabajo, los expertos colocaron una gota de agua sobre una superficie hidrófoba de teflón y se sujetó, a cada lado, con dos aros de alambre.
Cuando cortaron la gota con el cuchillo, cada parte de esta se quedó unida a su aro de metal y se dividió en dos de manera limpia. Sin embargo, si los científicos levantan el cuchillo la gota volvería a quedarse de una pieza y recuperaría su forma original.
La biomedicina espera aprovecharse de este descubrimiento. En particular, podría ayudar a separar las proteínas mezcladas con fluidos biológicos, lo que podría servir para obtener información genética y combatir mejor varias enfermedades.