Históricamente, las lámparas han sido deseñadas para envolver las distintas fuentes de luz como las bombillas y para actuar como un reflector para dirigir la luz. Debido a la forma física y el tamaño de la fuente de luz, el dispositivo de iluminación en sí era de un tamaño significativo. Hoy, gracias a la nueva tecnología, las fuentes de luz de tamaño casi cero ya no limitan el volumen y la forma de la lámpara. En consecuencia, minimizar se ha convertido en una norma de diseño.