Temida, buscada, admirada, copiada... La directora de la edición norteamericana de la revista «Vogue» Anna Wintour era una perfecta conocida en el mundo de la moda y, después de la película «El diablo se viste de Prada», en muchas otras esferas más. En la vida real Wintour se ha convertido en todo un icono a la hora de marcar tendencias. Su rostro serio con gafas de sol oscuras es un clásico en la primera fila de los desfiles de París y Nueva York, y su criterio, fundamental para arruinar o ensalzar la carrera de un diseñador. El juicio de Wintour es lo más esperado después de ver las colecciones. Además, su capacidad de trabajo no decae pese a llevar en su puesto desde 1988. Wintour es responsable de marcar las líneas del lujo. Entiende el mercado como pocas y contempla con su natural frialdad la llamada «democratización del lujo», algo que aplaude aunque solo sea porque el ciudadano cada día viste mejor.