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Liliane Bettencourt, La heredera de L´ Oréal, rica y generosa

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sociedaddelujoLiliane Henriette Charlotte Schueller, viuda de Bettencourt (21 de octubre de 1922 - ), es hija de Eugene Schueller, el fundador de la casa de cosméticos Eugène Schueller. Ella y el grupo Nestlé son los principales accionistas de L'Oréal. En 1950 se casó con el político francés André Bettencourt y vivieron juntos en la localidad francesa de Neuilly-sur-Seine hasta la muerte de André en noviembre de 2007. La heredera de la firma L'Oréal, está considerada como la mujer más rica de Francia y una de las personas más generosas del país. Su fortuna se calcula en unos 17.000 millones de euros, y ella hace donaciones a entidades, asociaciones e incluso a amigos como los 160 millones de euros que donó a Lindsay Owen-Jones, antiguo director ejecutivo de L'Oréal, o las sucesivas donaciones que se llevó François-Marie Banier, el fotógrafo y novelista al que regaló casi mil millones de euros en cheques y obras de arte firmadas por Picasso, Matisse, Mondrian, Man Ray o Léger. Liliane Bettencourt compró un apartamento para la hija de un profesor de medicina, amigo de ella misma y de Banier- A su vez financia a la Fundación Bettencourt-Schueller: un total de 120 millones de euros desde 1987. Ahora Françoise Bettencourt Meyers, su hija, intenta inhabilitarla para que deje de regalar su fortunaha para lo que ha pedido que su madre se someta a exámenes médicos para demostrar la incapacidad de ésta de gestionar su fortuna. La señora Bettencourt se ha negado en repetidas ocasiones a hacerse las revisiones solicitadas por la que, además, es quien recibirá la mayor parte de su fortuna cuando fallezca.

bellezadelujoCon unas ventas anuales de unos 750 millones de euros solo en España, país que acoge el 11 por ciento del negocio de la compañía en Europa occidental, L’Oreal se perfila como una de las multinacionales más potentes en el sector de la cosmética y, en general, en el sistema empresarial y económico a nivel mundial. Han pasado años desde que la compañía francesa comenzase a ver la luz de manos de su creador, Eugéne Schueller, fundador de L’Oreal y todo un revolucionario en el universo de la estética -inventó el primer tinte capilar que llegó a las peluquerías de todo Europa- que además tuvo tiempo para imprimir carácter emprendedor en su única hija, Liliane, hoy en día una de las mujeres más poderosas del mundo. Remontándonos a los cimientos de la compañía no podemos dejar de hablar de los orígenes de Schueller, hijo de un panadero alsaciano que se las arregló para estudiar química en tiempos difíciles e hizo fortuna, como ya hemos dicho, vendiendo el primer tinte conocido a las peluquerías del París de principios del siglo XX. La génesis del “porque tu lo vales” Con un carácter marcadamente emprendedor que quedó patente en todo lo que hacía, fue un apasionado de la política y la economía, y llegó incluso a escribir media docena de libros sobre diversos temas. Una nutrida serie de logros que quedaron en la sombra durante años por un supuesto delito de colaboracionismo con el régimen nazi durante la ocupación alemana, capítulo que le persiguió toda su vida a pesar de haber sido absuelto en 1947. Trabajador incansable, aún tuvo tiempo para contraer matrimonio y tener descendencia: en 1922 nacía su única hija. Pocos años después enviudó haciéndose cargo personalmente de la educación de su primogénita, que solo contaba con cinco años de edad. Una situación que conllevó una estrecha relación entre ellos y que, como explicó Liliane ya en su madurez, “me inculcó el gusto por la vida y el sentido del esfuerzo. Aunque solo sea por eso le bendigo”. Estricto a la hora de educar a su hija, Lilianne comenzó a trabajar con 15 años en la fábrica de Aulnay pegando etiquetas en los envases, ocupación que tuvo que interrumpir al contraer tuberculosis. Con el objetivo de curar la enfermedad, muy común en esos años, se trasladó a Suiza donde conoció al que sería su marido: André Bettencourt, político cercano a Georges Pompidou con quien contrajo matrimonio en 1950. Sólo siete años después fallecía el fundador del imperio L’Oreal y la joven heredera recurrió a un amigo de infancia de su marido, François Dalle, para regentar el grupo a su lado en calidad de presidente-director general, un cargo que Liliane Bettencourt nunca quiso ocupar como demostró con el paso de los años.

bellezadelujoAl frente de la compañía desde la sombra, la fortuna más importante de Francia hoy en día heredó el carácter osado de su padre apoyando todos los proyectos que proponía Dalle. Así, respaldo la adquisición de la que sería enseña más valiosa de la multinacional en pocos años: Garnier. Una empresa arriesgada para la época por su precio cuya compra resultó ser una gran idea. El matrimonio Nestlé-L’Oreal Con el apoyo de Dalle, Liliane Bettencourt conservó todas las acciones de L’Oreal hasta que en 1974, siguiendo recomendaciones del propio Pompidou, se resignó a apostar por la diversificación y alcanzó un acuerdo con Nestlé: un 46,3 por ciento de la cosmética fue vendido a cambio del 4 por ciento de las acciones del grupo suizo. En estos años, con el objetivo de englobar todas las empresas que controlaba bajo un conglomerado, la francesa ya contaba con Gesparal a modo “holding”, donde fueron a parar las acciones de la multinacional de alimentación junto con las marcas cosméticas con la condición de no perder nunca el control de L’Oreal. Siempre preocupada por los designios de la empresa familiar, se ocupó de entronizar a todos los presidentes que se sucedieron en la compañía después de los 30 años en que Dalle ostentó el cargo, primero Charles Zviak y, desde 1988, Lindsay Owen-Jones, precursor de la compra de la estadounidense Maybelline, operación que también resultó de una rentabilidad formidable. Tanto es así, que la situación de inferioridad de L’Oreal frente a Nestlé cambió sorpresivamente de modo que si en 1980 la capitalización bursátil de la suiza equivalía a 13 veces la de la cosmética, a finales de los ’90 la multinacional de alimentación solo valía el doble que el líder mundial del “maquillaje”. Una circunstancia que Liliane supo aprovechar para asegurar el futuro de L’Oreal, una vez que Nestlé ya no estaba en posición de tomar el control de la empresa francesa con tan solo comprar un pequeño porcentaje del holding Gesparal. Un acuerdo que se materializó en 2004 puso a la suiza las cosas un poco más difícil. Poniéndonos en situación, Gesparal se repartía entre la familia Bettencourt, que ostentaba un 51 por ciento del accionariado, y Nestlé, en ese momento propietaria del 49 por ciento restante, y además mantenía como holding el 53,7 por ciento de las acciones de L’Oreal y el 71,7 por ciento de los derechos de voto. El acuerdo llegó finalmente en febrero de 2004 bajo unas condiciones que convertían la propiedad de acciones de Nestlé en Gesparal en una participación directa del 26,4 por ciento en L’oreal, mientras que Liliane Bettencourt y su familia pasaban a controlar el 27,5 por ciento de la suiza. L’Oreal se estrena en la franquicia tras comprar The Body Shop Actualmente, la familia Bettencourt dirige los designios de marcas tan prestigiosas como Lancome, Biotherm, Vichy o Ralph Lauren, además de la propia L’Oreal o las ya mencionadas Garnier y Maybelline, e incluso participa en el mercado internacional de la franquicia con una de las enseña más populares a nivel mundial: The Body Shop.

bellezadelujoUna compra que significó además la entrada de la compañía en el mercado de la distribución. Hace apenas un año y cuatro meses que la compañía francesa se interesó y llevó a cabo la compra de la franquicia británica por 652 millones de libras, unos 943 millones de euros, en efectivo. Un precio que satisfizo las expectativas del consejo de administración de The Body Shop y facilitaba la operación a L’Oreal, que ya contaba conel apoyo del 42,6 por ciento del capital de la cadena de productos cosméticos naturales -el porcentaje que controlan su fundadora, Anita Roddick, y el resto de directivos-. Así, la francesa asumía la deuda de 51 millones de libras (73,8 millones de euros) de la británica y se comprometía a respetar los valores de la compañía, que siempre ha abogado por el respeto al medio ambiente, la protección de los animales, los derechos humanos y el comercio justo, así como las tiendas operativas de la cadena, que contaba por aquel entonces con 2.085 puntos de venta propios y franquiciados en 54 países diferentes. El portavoz de la multinacional gala aseguró entonces que “The Body Shop se mantendrá independiente y ni los productos de L'Oréal se venderán en sus tiendas, ni los artículos de The Body Shop utilizarán los canales de distribución de L'Oréal'. De la misma manera, también quedó patente que el equipo directivo de la británica continuaría al frente de la cadena después de la operación de compra sobre The Body Shop, que en 2005 lograba un volumen de ventas de 700 millones de libras (casi 1.013 millones de euros), incluidas las aportaciones de las franquicias. Una adquisición que permitía a la compañía de Liliane Bettencourt poner un pie por vez primera en el sistema internacional de la franquicia y también en el mercado de la distribución: The Body Shop no sólo vende en sus tiendas, sino que también ofrece sus productos por Internet y directamente en los hogares de Estados Unidos y Reino Unido. El retiro de la mujer más rica de Europa Lilianne Bettencourt, a sus más de 80 años, continúa informada de cada movimiento de la empresa en su casa del elegante barrio parisino de Nauilly, rodeada de cuadros de Monet, Picasso, Léger, Van Gogh y Chirico. Un retiro tranquilo en línea con el resto de su vida, alejada de los medios de comunicación y toda clase de actos sociales que signifiquen llamar la atención sobre su persona. Según la última lista Forbes, donde se incluye a los más ricos del mundo, la francesa ocupa el puesto número 12 a nivel mundial, se halla entre las cinco primeras fortunas de Europa y ostenta el primer puesto en su país natal, Francia, con una fortuna que supera los 20.000 millones de dólares, algo menos de 20.000 millones de euros. Aún así, madame Bettencourt continúa convencida de que el dinero es algo más que un medio para vivir rodeado de comodidades. “El dinero tiene que servir para emprender”, afirma la multimillonaria, “Mi padre decía que lo difícil no es tener una idea, sino realizarla. Sin medios, sin apoyo, el impulso se quiebra y la idea se queda en eso, una idea entre otras, una virtualidad”. Unas palabras que no se quedaron en el aire y que en 1987 se convirtieron en la filosofía de la Fundación Bettencourt Schueller, una institución de apoyo al emprendedor que tiene por objetivo dotar económicamente las mejores ideas del momento para que lleguen a buen puerto, en el campo social o científico que sea. A nivel internacional, el gran conglomerado de empresas liderado por L’Oreal recientemente adquiría el grupo estadounidense Maly’s West con el objetivo de aumentar la distribución de sus productos en Estados Unidos, por una cantidad que no ha trascendido. Si nos remitimos al imperio en el mercado español, L'Oréal vive un momento dorado con unas ventas anuales de unos 750 millones de euros. España representa el 11 por ciento de las ventas de la división de Europa occidental, con un crecimiento medio del 8,3 por ciento anual durante los últimos cinco años, frente al 3,1 por ciento de los países de su entorno. No en vano responsables de la compañía en el territorio nacional han manifestado recientemente: "esperamos que España continúe siendo un motor de crecimiento del grupo". 

Fuente: tormo.com

 

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