El otoño siempre trae consigo cambios: nuevos ritmos, nuevas necesidades y nuevas prioridades. Tras meses de sol, cloro y salitre, la piel pide un respiro y la barba acusa la transición con sequedad, pérdida de brillo y un aspecto más rebelde de lo habitual. Retomar la rutina de grooming, más allá de una cuestión de estética, es también un gesto de bienestar.