En plena temporada estival, la localidad rosense se abre al Mediterráneo para convertirse en gran referente de la Costa Brava catalana. Para cautivar a los amantes del sol y los chapuzones ofrece nada menos que 9 playas y 7 calas para todos los gustos, desde largas y urbanas… hasta las más bellas y recónditas del Parque Natural del Cap de Creus. Y además, la posibilidad de conocer el nivel de ocupación de estas playas en tiempo real a través de la App Roses Smart.
¡Bienvenidos al Mediterráneo rosense! Sin dejar de lado sus muchos atractivos patrimoniales –Ciutadella, Castillo de la Trinitat, Castrum visigótico, ruta megalítica...– que son complemento perfecto al ‘sol y playa’ Roses ofrece un amplio y variado repertorio de playas y calas que harán las delicias de familias, parejas o amigos. Roses es la anfitriona perfecta para este verano playero.
Arropando a su majestuosa bahía –reconocida siempre entre las mejores del mundo– hay tres playas urbanas, ideales para padres e hijos: El Rastrell, la más larga, con casi 800 metros; La Nova, de 450 metros, junto al Paseo Marítimo; y La Punta, entre el espigón de la Riera Ginjolers y el puerto deportivo. Un poco más alejadas del centro, hacia el sur, otros dos notables arenales de medio kilómetro cada uno: Salatar y Santa Margarida, muy cerca esta última del Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà.
Tomando rumbo norte, hacia el otro gran parque natural rosense –Cap de Creus– están los Palangrers, de arena y roca, y Canyelles Petites, una playa residencial semi urbana de casi 400 metros. Bonifaci, de arena gruesa, es la antesala de l’Almadrava, una de las más prestigiosas playas rosenses, tambien residencial y con numerosos servicios, como patines y kayaks para disfrutar de sus cristalinas aguas.
A partir de aquí los Caminos de Ronda son ideales para ir al encuentro de las más recónditas calas, donde practicar submarismo o snorkel (buceo de superficie)… o descubrir en kayak los fascinantes recovecos de la Costa Brava. El cabo Blanc separa dos coquetas calas: la nudista Murtra y Rostella. Solitarias y salvajes, con piedras y cantos rodados, nada tienen que ver con los finos arenales cercanos al entorno urbano, pero su menos fácil acceso terrestre tiene una vertiente positiva: las previene de la masificación.
Otra diminuta cala, Calis, con fondo marino de gran desnivel, da paso a la mundialmente conocida cala Montjoi, hogar del que fuera durante años mejor restaurante del mundo: El Bulli, de Ferran Adrià. Cerrado en 2011, reabrirá convertido en Fundació. Más pequeña y con arena de grano medio es Calitjàs. Protegida por el imponente cabo Norfeu està La Pelosa, de gran tradición en la zona. La guinda a este periplo playero la ponemos en Jóncols, de aspecto salvaje, escarpados acantilados y aguas profundas. Tentador, ¿verdad?
Más información en: http://es.visit.roses.cat/descubre/las-playas-y-calas/