En la sociedad en la que vivimos hemos asumido las marcas como algo cotidiano que forma parte del paisaje y la vida que nos rodea, tanto que en ocasiones no somos conscientes de la importancia que tienen en nuestro ir y venir diario, ni hasta que punto nos influyen. Si nos paramos a pensar un poco, y este libro nos guía hacia dicha reflexión, nos daremos cuenta de la labor que juegan en nuestras vidas. Un papel en ocasiones negativo, pero también positivo. Cuando las personas tienden a sentirse emocionalmente bien por el hecho de comprar un artículo en lugar de por lo que son o hacen por si mismas, hablamos de consumidores débiles», y en este caso sin ninguna duda, nos exponemos a esa faceta peligrosa: el consumismo desmesurado. Pero no sólo los consumidores se arriesgan a vivir este lado oscuro. También los empresarios pueden verse envueltos en dicha espiral de negatividad: «Las marcas son también una idea peligrosa cuando hacen perder a los empresarios el sentido de la proporción y el orden de las prioridades. Sí, estamos aquí para ganar dinero, pero sirviendo, no haciendo picar a nuestros clientes». Sin embargo, el consumo moderado y consciente hace de las marcas una gran idea, ya que al fin y al cabo: