El oro comestible es el máximo exponente de la cocina glamurosa y sofisticada, la última tendencia en alta gastronomía, vinculada al lujo y la calidad. La Unión Europea y los Estados Unidos autorizan el uso del oro como aditivo colorante, que no tiene sabor ni olor, pero es utilizado como cobertura para dar color y como adorno en los platos. El uso del oro aporta a las creaciones gastronómicas de los restauradores y reposteros del momento, "una presentación de lujo, original, exclusiva y cada vez más de moda, que seguro no pasará desapercibida entre los comensales". Los restauradores han pasado a utilizar este noble metal como aderezo de sus elaborados platos.