La propuesta española, que fue seleccionada el pasado 20 de junio en París, fue elegida hace dos años por España para entregarla como ampliación de la declaración como Patrimonio Mundial obtenida en 1985 por la Cueva de Altamira. En enero de 2007 fue presentada la candidatura, formada inicialmente por catorce cuevas: las de Tito Bustillo, la Peña de Candamo, Llonín y el Pindal, en Asturias; Chufín, Hornos de la Peña, El Castillo, La Pasiega, Las Monedas, el Pendo, La Garma y Covalanas, en Cantabria; y Santimamiñe y Ekain, en el País Vasco. En febrero pasado, el consejo que asesora a la UNESCO en materia de patrimonio sugirió a las tres comunidades que incluyeran otros tres yacimientos en su propuesta: las cuevas de Covaciella, en Asturias; Las Chimeneas, en Cantabria; y Altxerri, en el País Vasco. Las grutas de la cornisa cantábrica recién convertidas en Patrimonio de la Humanidad se suman a los otros tres enclaves con arte rupestre que ya gozan de esta distinción en España: la Cueva de Altamira, las pinturas prehistóricas del Arco Mediterráneo, y Atapuerca, que cuenta con uno de los mejores conjuntos de arte rupestre de la prehistoria en su Galería del Sílex. La propuesta se basaba en el número y la densidad de las cavernas decoradas que pueden encontrarse en esta zona del norte de España, su buen estado de conservación, su rico repertorio iconográfico, la diversidad de técnicas y estilos que reúnen y la antigüedad de unas pinturas que convierten la Cornisa Cantábrica en uno de los lugares donde tuvo lugar el nacimiento del arte.