Las obras, que según los expertos podrían ser de entre finales del siglo XII y principios del XIII, fueron vendidas durante la década de los años treinta del siglo pasado, cuando salieron del país junto a otros conjuntos pictóricos, a una familia catalana, pero desde entonces se les había perdido el rastro.
Los frescos estaban en posesión de los hermanos Juan y Enriqueta Bosch García-Bravo tras haberlas heredado a la muerte de su padre, el pasado mes de abril.
Los dos frescos estaban situados en el ábside de la iglesia de Sant Esteve y formaban parte de un conjunto de cuatro escenas referentes a la pasión de Cristo.