Últimamente se está abusando del 'apellido' lujo en las promociones de vivienda, por el valor añadido que conlleva, y se ofrece producto que no se ajusta a los mínimos», apunta Juan Páramo, director de Real Estate Marketing (REM), que ofrece algunas claves para detectar la suntuosidad en una casa.
A saber: «La buena ubicación se presupone, como el valor en el ejército, es un 'given'. Después está la distribución de los espacios: no tiene por qué ser excesivamente grande, pero no tiene sentido que en la habitación, por ejemplo, no quepa ni un armario empotrado. Y, luego, las calidades, desde los materiales (no se puede vender lujo con gotelé en las paredes) hasta los accesorios (domótica, piscinas climatizadas, servicio de mayordomía....)».
Íñigo Ortiz, fundador y socio del estudio Ortiz.León.Arquitectos, afina aún más. «Si empezamos hablando del exterior, las fachadas tradicionales son de ladrillo, mientras en los edificios de lujo se buscan otros materiales como el mármol Travertino y maderas. Las ventanas tienden a ser más grandes de lo habitual y con aluminio de mejor calidad», detalla.
Ya dentro de la casa, la distribución vuelve a reclamar el protagonismo. «Normalmente estas casas tienen el doble de superficie que una vivienda estándar y lo habitual es que haya un comedor independiente del salón, duchas independientes de la bañera, un 'office' independiente de la cocina...», añade el arquitecto.
Y matiza: «Aunque el lujo también puede encontrarse en espacios pequeños, una tendencia muy arraigada en ciudades como Nueva York y Londres. Como el ritmo urbano es tan intenso, a veces incluso se entregan decoradas por un experto famoso. Este fenómeno acabará llegando aquí».
Aunque no todo es cuestión de precio, a veces sí que importa a la hora de determinar qué es un hogar con boato. Según Gloria Sánchez, directora de Agencia Residencial de Knight Frank, «normalmente se habla de vivienda de lujo a partir de 1,2 millones de euros, pero existen casos en los que un apartamento de 60 metros cuadrados también puede enmarcarse en este segmento en base a su ubicación, prestaciones y otros indicadores».
«El concepto de lujo, que es bastante subjetivo, también va ligado a las buenas terminaciones», añade Ortiz, quien señala un último apunte: «Que los arquitectos de prestigio hagan viviendas de lujo lógicamente da mayor exclusividad y es un valor añadido».
Perfil del cliente
En el segmento de casas suntuosas, como en el mercado en general, la figura del inversor se ha diluido. Así, subrayan desde Knight Frank, «cambia radicalmente el criterio de compra, ya que entran en juego aspectos tales como la disponibilidad del inmueble, su estado de conservación, las singularidades de la propiedad...».
A los tradicionales adquirentes de este tipo de hogares (empresarios, abogados, profesionales liberales...) se ha sumado un nuevo 'fan' de las tipologías de lujo, «el trabajador de altas compañías expatriado a España con puestos de alta responsabilidad que da mucha importancia a los servicios añadidos», concluye el director general de REM.
Fuente: Marta Belver