Dotado de un poderoso propulsor V12 6.0 biturbo firmado por AMG, rinde 700 caballos, que sumados a una caja de cambios secuencial con embrague pilotado, lo elevan a la cúspide de los superdeportivos actuales. Tampoco se queda atrás su carrocería, que emplea la tecnología utilizada en el Zonda R -variante de competición del Zonda- utilizando fibra de carbono combinada con filamentos de titanio que permite una mayor rigidez.
Toda estas mejoras permiten parar la báscula es unos escuetos 1.350 kilogramos, que le otorgan una relación peso potencia inferior a los 2 kilos por caballo -1,92- . Suma a esto una distribución de pesos casi perfecta (44:56) y unos esquemas de suspensión prestados de la competición y comprenderás que nos encontramos ante una máquina que permite un paso de curva más allá de la razón.
Otra tecnología que introduce respecto a su predecesor, es la aerodinámica activa, introducida por el Ferrari 458 Italia. En el caso del Pagani cuenta con una silueta muy estilizada que prescinde de alerones traseros e incorpora unos “flaps” al más puro estilo aeronáutico que incrementan el apoyo del tren trasero en curva a alta velocidad y en recta se pliegan para alcanzar la máxima velocidad punta -unos 280 kilómetros/hora-.
El diseño exterior tiene ciertas reminiscencias con el Zonda, sobre todo el frontal en el que se introduce una nueva parrilla más agresiva rematada por unos leds diurnos. El perfil también nos recuerda mucho al primer modelo de Pagani, con un cockpit muy adelantado dejando espacio al motor que sigue situado en posición central trasera. Sin embargo, lo más revolucionario estéticamente hablando lo encontramos en la zaga, que pese a mantener el ya tradicional cuádruple escape, llama poderosamente la atención gracias a un grupo óptico de estética cuanto menos discutible. Unas puertas al estilo “alas de gaviota” atraerán todas las miradas cuando accedamos a nuestro biplaza.
Una vez dentro, una mezcla de artesanía y diseño barroco típico de Pagani cubren hasta el último rincón del biplaza italiano. Llama poderosamente la atención la escultural palanca de cambios o unos acabados que no desentonarían en el palacio del Sultán de Brunei. Ni el más mínimo resquicio se libra de un baño a partes iguales de materiales nobles, como el cuero, el carbono o el aluminio.
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