Los dos actores, que vivieron en esa propiedad por uno o dos años se cambiaron de residencia a Malibú, al oeste de Los Ángeles.
Pitt compró una casa de mediados de siglo por ocho millones y Aniston se compró una casa en 15 millones de dólares.
La propiedad de Beverly Hills puesta a la venta la habían comprado en el 2001 y fue rediseñada por Wallace Neff, quien es conocido como el arquitecto de las estrellas.
La residencia cuenta con una sala de proyecciones y asientos de piel negra, pisos de madera brasileña, cocina de acero inoxidable, estudio de arte con luces especiales, las paredes terminadas con una pintura especial que aparentan ser la superficie de un Ferrari.
El dormitorio principal tenía livings separados (uno para ella y otro para él). Pero uno fue convertido en un enorme clóset.
En la planta baja hay un pub con paredes de vidrio que dan a una terraza con parrilla, piscina y spa. La mansión también tiene una cancha de tenis.
Todo el exterior de la propiedad fue restaurado meticulosamente hasta devolverle su apariencia original según el estilo normando-francés.