Producción a mano. Aún así, una cosa es anunciarlo y otra muy distinta poner en marcha todo el complicado proceso que conlleva la fabricación de un automóvil de estas características que, cumpliendo con la tradición de Rolls Royce, debe producirse a mano. En principio, las primeras unidades no verán la luz hasta el último trimestre del año que viene, pues su fabricación no comenzará antes del próximo verano. Se desarrollará dentro de la factoría de Goodwood, en el condado de Sussex, en plena campiña británica, y del mismo modo que el resto de la gama Phantom, lo que le convierte de facto en el tercer modelo de la familia.
Como sus primos, se construirá fundamentalmente en materiales ligeros para rebajar al máximo su ya de por sí elevado peso, aunque no tendrá ningún panel en común con ellos. El bastidor, el capó y el marco de los parabrisas serán fabricados en aluminio, para el resto de la carrocería se usará la fibra de carbono.
Corazón alemán.
La mecánica es otro de los elementos heredados del modelo en que se inspira. Naturalmente, se trata del motor V12, diseñado por los ingenieros de BMW, con 6,75 litros de cilindrada, una potencia de 453 CV y un par motor de 720 Nm. Pero en este caso se le efectuarán unos cuantos retoques para mejorar la velocidad de respuesta. Con el mismo fin, aumentar el confort del conductor al volante, se han propuesto otras modificaciones. Es el caso de la longitud, más corta. Esto supone a su vez pequeños cambios en el chasis y, de paso, en las suspensiones, que adoptarán un aire más deportivo, como corresponde a un vehículo catalogado como cupé.
La distancia entre ejes también se verá reducida, 250 mm respecto a la del Phantom; la longitud disminuirá 240 mm. Por tanto, el nuevo modelo de Rolls Royce medirá 5,6 metros de longitud y 3,3 de anchura; la altura también será superior a lo normal en un vehículo de estas características: 1,6 metros. Además, tendrá tracción trasera y una caja de cambios automática de seis velocidades.
Fuente: Pedro Figueruelo